Las declaraciones vertidas por el máximo líder de la revolución cubana respecto de su cercanía política con el régimen priísta, recientemente representado en esta unión bilateral por Carlos Salinas de Gortari, de quien dijo haber estado absorto de su capacidad para hacer uso de la realidad de acuerdo a su propia conveniencia, fue a partir la publicación en la que se vierten tales dichos que se deslinda totalmente, de él y de la corriente mexicana que desde el génesis de la gesta cubana ha estado con distintas cercanías siempre relacionada cordialmente con el gobierno castrista.
El momento y las razones le obligaron a referirse a las elecciones presidenciales de 1988 y las de 2006 con distintas cavilaciones, del primero dice creer solamente en el corazón que las elecciones fueron amañadas, motivo que no fue tan grande como para evitar que con su presencia en la toma de Salinas, Cuba validara en carácter diplomático dicha contienda. De Andrés Manuel López Obrador solo puede exaltar su valor moral, único en México con la envergadura para hablar de la situación de la nación y del fraude electoral de las elecciones presidenciales del 2006.
De Fidel Castro poco puedo decir que no esté entintado por mi profunda admiración por su ejemplo esencial, por su perfil históricamente inmenso y mi agradecimiento por la influencia de su acción y pensamiento en el mío propio. Pese a lo anterior debo decir que el distanciamiento del priísmo llega tarde, a pesar de ser una corriente emana da de la revolución mexicana, la realidad es que quienes ocuparon desde Plutarco Elías Calles –Con la salvedad obvia del General Lázaro Cárdenas del Río, que apoyó siempre la revolución cubana y al mismo Fidel cuando cayó preso junto con otros combatientes en la ciudad de México- no tienen relación ideológica con el socialismo marxista de la isla mucho menos con su compromiso humano, aunque se entiende su relación recién rota.
Al priísmo le iba bien su relación con Cuba pues concordaba con el mensaje revolucionario del régimen, con esta amistad garantizaba además un trato cordialidad con otros países cercanos a Castro, con la organización de partidos de izquierda de América Latina y del Caribe e incluso en su momento con la Unión Soviética. A Cuba, México le brindaba cercanía con un socio comercial importante, un amigo neutral con los Estados Unidos y una cercanía estratégica con gobiernos continentales.
El comandante tardó demasiado tiempo en deslindarse, pero más que eso, el retraso respecto de un posicionamiento a favor de Andrés Manuel llegó 4 años después de cuando hubiera sido útil. AMLO no tiene ya posibilidades electorales de ganar la presidencia de la república, Fidel probablemente lo sabe pese a ello intenta que recargarse a la candidatura del tabasqueño ayude a que se la arrebate a otros aspirantes como Ebrard, quien pese a pertenecer a la izquierda su posición moderada no contribuirá demasiado con las aspiraciones políticas del gobierno de la isla, y no logrará quizá unificar a la izquierda en una posición electoral única, que Obrador si pudiera si el PRD lo eligiera como su abanderado.
El tiempo ha pasado para la revolución cubana tal y como la hemos conocido desde su inicio. Fidel en el ocaso de sus días atina solamente a lanzar su pluma contra el imperio, no le queda ya mas nada. Raúl ha terminado por ser el último eslabón del castrismo previo a una reforma profunda a todas luces necesaria para garantizar el futuro del socialismo y del pensamiento cubano. Será la próxima generación de castristas y opositores con posiciones mucho más moderadas las que traerán los acuerdos necesarios y el tiempo para ello comienza a correr con mayor velocidad. Aún cuando esto ocurra de manera pronta, las efigies que nos recuerden al comandante se habrán ya levantado desde Santiago y hasta la Habana.
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