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viernes, 22 de enero de 2010

Sin Traicionar a la Nación (Segunda Parte)

La unión de Acción Nacional con el PRD bajo una figura temporal con fines meramente electorales no es ni mas novedosa ni menos perversa que las anteriores ocasiones que han fraternado de esta manera, aunque si tiene propios tintes dadas las circunstancias de este tiempo.

La necesidad de detener la avanzada priísta, inducida por su presencia territorial superior a la de estos dos juntos, y que hasta hace un par de años se encontró mermada por el descontento y desesperación generalizada causada por la situación del país. La recuperación de espacio del priísmo ha encontrado impulso en el paulatino y vertiginoso deterioro de las condiciones de vida de mas del 80% de las personas en México por dos causas fundamentales, la que viene del aumento de la violencia y la falta de condiciones económico sociales para la supervivencia digna, así como de la incapacidad y desinterés del gobierno panista para entregar algún resultado positivo cuando cumple ya 9 años en el poder.

Las implicaciones conceptuales pudieran dejar de analizarse en cierto momento si esta alianza se diera en el marco de un fin superior, el de salvar al país de una amenaza mayor. La contraposición de arquetipos ideológicos puede salvarse en ciertos momentos bajo ciertas condiciones históricas, recordemos cuando Fidel Castro rebelado en la Sierra Maestra hacía una propuesta eminentemente retórica a Fulgencio Batista sobre el supuesto caso de una invasión por parte de un régimen extranjero, deponer momentáneamente las armas para enfrentar juntos al invasor y reiniciar la refriega una vez que la amenaza externa dejara de serlo. Para ser en este caso aplicable el hipotético anterior tendríamos que preguntarnos si es el PRI una amenaza mayor a la panista y a la perredista, juntos o por separado.

El PAN arrastra desde siempre una historia de contubernio, fue figura clave en el Congreso para cuando oposición dar validez a los saqueos de los gobiernos priístas, todavía mas allá sus miembros fueron grandes beneficiarios de la privatización de paraestatales, del FOBAPROA, de las licitaciones de PEMEX, de las concesiones carreteras, y de tantas y tantas mas cosas que dejaría pocas líneas ya para la reflexión. Con Acción Nacional en el gobierno no han cambiado auténticamente a las políticas en México, por el contrario, las practicas clientelares de los programas sociales continuaron, los liderazgos de este partido se dieron en muchos de los casos a la tarea de utilizarlos para formar una estructura orgánica, sobretodo campesina, que les diera la fortaleza que las organizaciones le han dado al PRI su primigenia posición política aun con el avance de la derecha en los tiempos recientes.

El PRD fue conformado como tal de forma posterior a las fraudulentas elecciones de 1988, el sustento básico provenía de una filosofía prioritariamente socialdemócrata con fuertes tintes nacionalistas procedentes de la unión de distintas fuerzas políticas previamente amalgamadas en la candidatura presidencial de Cárdenas. Sus posiciones y actuaciones como oposición y como partido en el poder pueden ser fuertemente criticables si se analizan con la inclusión de los graves casos de corrupción y trafico de influencias en los que algunos de sus miembros se han visto envueltos. También podemos mencionar que las intensas pugnas intestinas han detenido notablemente su crecimiento en muchas zonas del país y el deterioro donde son mayoría o tienen una presencia importante. Al exterior el PRD tiene una posición relativamente clara de ideas y probablemente es donde coincide con el PAN, aunque ambas estas posiciones sean radicalmente opuestas.

El PRD no reconoce como legítimo el gobierno de Calderón y lo acusa además de usar los recursos públicos para el beneficio de las clases encumbradas mientras que la población es azolada por las políticas económicas implementadas por Los Pinos; Acción Nacional considera a los perredistas como anárquicos y chantajistas, donde sus políticas, en el DF particularmente, son calificadas de populistas en materia social e inmorales cuando atentan contra las formas familiares y morales que ellos conciben como las idóneas. Podríamos determinar entonces que a estas organizaciones políticas no las mueve el bien del país pues son siempre la una antítesis de la otra, declaran principios que traicionan bajo el pretexto de un proyecto común emanado de candidaturas civiles para salvar un riesgo mayor a la ciudadanía proveniente de cacicazgos inamovibles salvo por una acción conjunta como esta.

¿Podemos considerar (en caso de tener éxito) a un gobierno conjunto de la izquierda y derecha representados por estos partidos tan maduro como para unir dirigentes en posiciones claves? Aún respondiendo afirmativamente no debemos negarnos a nosotros mismos el derecho de considerar la posibilidad de que una alianza en estas condiciones este incentivada en principio de cuentas por la ambición desmedida tan característica de la especie política, y en donde la coalición electoral concebida como síntesis hegeliana es por esencia propia una traición directa a los propios estatutos de las agrupaciones que la conformarían, ergo una consciente traición a la Nación.