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sábado, 6 de marzo de 2010

PORQUE NO SOMOS IGUALES

Por sobre las mas simples intenciones de igualdad, las celebraciones de un día internacional de la mujer se dan de la misma forma que el bicentenario del comienzo de la lucha independentista o del centenario del comienzo de la revolución mexicana, sin conocimiento pleno de los antecedentes, de las características propias o de la naturaleza del movimiento, hoy desgastado principalmente por las condiciones sociales que en otro momento le dieron bríos.

El día de hoy la sociedad padece del acoso constante y sin descanso de la desigualdad, de la explotación y el desprecio de la clase gobernante, un puñado de actores que actúan en pos de intereses particulares dispuestos a sacrificar las condiciones mínimas de supervivencia de todos para beneficio de unos pocos. Por supuesto son los grupos mas vulnerables los que mayormente padecen esta despiadada situación.

En algunos estados se hacen esfuerzos loables en la edificación de un marco jurídico de protección a las mujeres y algunos otros grupos en contra de la discriminación social y laboral, de la violencia y el abandono, y del legítimo derecho de decidir sobre sus cuerpos, esfuerzos que de poco sirven cuando su difusión práctica es poca y su ejecución nula (salvo notables excepciones como el acceso al aborto seguro en el DF), se dedican recursos para su promoción en medios de comunicación como una muestra del trabajo legislativo pero no de las formas para acceder a la protección de estas normas, y se destinan mucho menos esfuerzos para la creación y fortalecimiento de instituciones que actúen realmente como baluarte de estos cúmulos ignorados. No basta la emisión de leyes que simulen condiciones una esfera de igualdad, se requiere de la consumación sin contemplaciones de justicia para todos, hombres y mujeres, indígenas y obreros, homosexuales y estudiantes.

Las publicaciones que aparecen en los medios por estos días con el objetivo de resaltar el papel de la mujer con comentarios exacerbados me parece totalmente fuera de lugar en el marco de una injusticia general. Debe orientarse el esfuerzo a exigir un cambio radical, a la creación de leyes marcadamente diferentes para quienes en la vida no son iguales, pese a los esfuerzos de tantos y tantos hombres y mujeres; debe pelearse porque no haya una sola mujer mas en el desierto de Juárez tirada como si fuera un animal, ni una sola mujer vejada que no sea atendida como tal en los ministerios públicos que hace mucho de nada sirven, y que simplemente a nadie en este país se le pisoteen los derechos con impunidad, la lucha sería larga y complicada, pero es justa y necesaria.

Pese a que la influencia histórica en la conquista de los derechos no debe negarse, a las mujeres el lugar social que les corresponde no puede asignarseles por simple entendimiento, debe garantizarse legalmente, pero sobretodo hacerse válido en el marco de un sistema que entiende conscientemente que las leyes pueden ignorarse impunemente.

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