El pensamiento como parte de un proceso para construir la verdad solo puede entenderse como válido si previamente se acepta el hecho de que la realidad existe de forma independiente.
La realidad es la naturaleza por si misma y no una explicación ulterior de las percepciones del hombre, esto debe ser considerado como la verdad; la interpretación individual de la realidad debe definirse como una verdad relativa, sujeta a considerarse como evidencia de la realidad al contraponerse con la visión colectiva del mismo hecho.
Es la verdad la que se haya limitada en la conciencia del hombre a causa de si mismo, sujeta siempre a una construcción ideológica y científica manipulada mediante la formación mental a lo largo del desarrollo del individuo, donde suelen intervenir factores ambientales contrapuestos a una libre interpretación de la realidad para la conformación de la verdad colectiva. La realidad de forma distinta, se compone de todos los elementos evidentes e imperceptibles, inmediatos y lejanos hasta confines físicamente inalcanzables; la realidad usada para edificar la verdad es la objetivamente alcanzable sensorialmente y la que emana de la lógica axiomática, esta última aceptada como una realidad probable permanentemente limitada por su propia esencia.
La verdad tiene niveles de complejidad ligados a la fenomenología de los hechos. La consistencia de la verdad no proviene de la argumentación si no de la relación con similares interpretaciones de la realidad y de la asociación con la lógica, siempre y cuando se considere que la realidad y sus características no son abarcadas totalmente por nuestro conocimiento actual; teorizar y experimentar bajo el régimen de métodos científicos es esencial en la construcción de la verdad universal, siempre compuesta de la suma de las verdades relativas.
La verdad individual construida a partir de la influencia de otras verdades relativas debe tener filtros críticos a fin de no aceptar sofismas como parte de la realidad, pese a ello el individuo debe mantenerse alejado de las interpretaciones nihilistas del entorno, previendo siempre la presencia del argumentum ad hominem.
El hombre como parte de la realidad esta obligado a un interpretación objetiva de la misma, así como al debate, al estudio de verdades relativas contrarias a las propias respecto de fenómenos naturales y sociales. La verdad es el objeto de toda ciencia y debe serlo también el de todo proceso cognitivo, social y político.